EL PADRE NELSON

Era sábado, el día de baño del padre Nelson. La joven hermana Taísa ya había preparado el agua y las toallas, exactamente del modo que al padre le gustaba. La hermana Taísa fue también instruida para no mirar el cuerpo desnudo del padre, y hacer apenas lo que él le pidiese... Y rezar... A la mañana siguiente, la madre superiora preguntó a la hermana Taísa si el baño había transcurrido bien.
- Ah, madre –dice la hermana Taísa - yo fui salvada!
- Salvada? Cómo es eso? - preguntó la madre superiora.
- Bueno, cuando el padre Nelson estaba todo enjabonado, me pidió que lo enjuagará. En cuanto solté el jabón, él guió mi mano al medio de sus piernas, donde él dice que Dios guarda las llaves del paraíso. Entonces, él dijo que si esa llave entrase en mi cerradura, los portones del paraíso se abrirían para mí, y yo quería la salvación y la paz eterna. En eso, el padre Nelson colocó la llave del paraíso en mi cerradura. Primero fue un dolor horrible, más el padre dijo que el camino de la salvación es doloroso, y que la gloria del Señor llenaría mi corazón de éxtasis. Así, yo fui salvada!
- Descarado!!!... -gritó furiosa la madre superiora- Hace más de treinta años que él me dijo que aquello era el silbato para llamar al Ángel.

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