Desesperado de sed, un talibán se arrastraba en el desierto afgano, cuando, a la distancia,divisó un movimiento.
Esperanzado por hallar agua se fue acercando.
Era un viejito sentado frente a una mesita atiborrada de corbatas y que se dedicaba a venderlas.
- Estoy desfalleciendo de sed. - ¿Podría darme agua? - imploró el talibán.
- El viejito le respondió: No...no tengo agua, pero... ¿por que no se compra una corbata?... Acá tengo una que va perfecta con su túnica.
- ¡No quiero una corbata! , aulló el talibán. ¡Quiero agua!!!
- Bueno, bueno... no me compre la corbata. Si quiere agua, a unos 4 kilómetros adelante, pasando esa colina , hay un buen restaurante... Alli hay todo el agua que quiera.
El talibán desapareció rápidamente. A las 3 horas estaba de vuelta y el viejo seguia sentado frente a su mesita con las corbatas.
- Le dije 4 kilómetros tras la colina; ¿lo encontró? - le preguntó el viejito.
- El talibán gruñó: Lo encontré perfectamente, pero el hijo de puta de tu hermano no me deja entrar al restaurante sin corbata...